Por Manuel Cabrera
Amar es complicado pero es el sentimiento más sublime del universo. Muchas veces nos encontramos de pronto con esa personas que mágicamente llega y nos mueve todo nuestro mundo, deseos y manera de percibir la vida. Cupido flecha y nos deja pendejos. Creamos de inmediato fantasías y nos dejamos ir cual gordo en tobogán enamorados pensando que probablemente esta persona es nuestra alma gemela o con quién soñamos y divagamos que queremos pasar el resto de nuestras vidas a su lado.
Y aunque en tu cabeza se arme una fiesta con globos de corazones y música romántica, no necesariamente significa que la otra persona esté sintiendo lo mismo. Es tu crush no el de ella o él. Hay amores que se atraviesan en nuestras vidas, que no siempre son correspondidos. Pero ¿Porqué no atreverse a amar? Puede llegar a ser duro, muy duro encontrarse con un amor no correspondido. Pero al final de todo sabrás que esa persona vino a recordarte que estás vivo. A replantearte y reevaluar tu vida y a que te dieras cuenta de lo que realmente deseas.
Aprovecha esa oportunidad para trabajar y desarrollar tus talentos, hobbies y nuevos proyectos. Es un renacer mental y espiritual que esta persona vino a detonar en ti. Y lo peor que puedes hacer es lastimarte, caerte y hundirte en la depresión. Al contrario es una excelente manera para sacar lo mejor de esto y reencontrar el amor en ti mismo, crecer espiritualmente. El mejor momento para empezar con nuevos retos lleno de energía. Sorprenderte de lo que eres capaz y arrancar con aquello que siempre has deseado pero nunca emprendido.
No se debe nunca culpar, ni odiar a aquella persona que no nos ha correspondido; pues al final de todo, te guste o no, se ha convertido en una persona especial en tu camino de vida. Y al contrario, de alguna manera quedamos en deuda con este ser por habernos recordado que estamos vivos. Por haber hecho vibrar y latir de nuevo ese corazón que estaba triste y frío. Que devolvió esa sonrisa verdadera a nuestros labios y nos desató sentimientos que son mágicos y dignos de experimentar en esta vida.
Si esa persona no se hubiera atravesado en tu vida, seguramente seguirías con el corazón en automático. Pero al contrario, te movió. Te hizo recordar que estas vivo. El corazón crece y madura sufriendo. Pero existe cierto tipo de placer por descubrir cuando el corazón duele. Sentirnos a nosotros mismos. Sentir que late y que somos capaces da amar. Que respiramos y tenemos toda una vida por delante con o sin esa persona a nuestro lado. Y de pronto de entre todo ese mar de lagrimas, encuentras un lugar de paz en ti que no conocías o que tal vez habías olvidado.
Dicen que llorando se cura el alma, y después de terminar con 3 cajas de pañuelos desechables; uno sale totalmente renovado. Con ganas de vida, de nuevas experiencias, con la mejor actitud para nuevos proyectos o retomar los que habíamos abandonado, con ganas de retarnos a nosotros mismos y alcanzar grandes cosas. Y lo mejor o peor de todo, con más ganas de amar que nunca.
Así es que ¡atrévete a amar! Abre tu corazón y ponlo en modo disponible. Si el amor no es correspondido, seguramente dolerá, pero un dolor rico que nos recuerda que venimos a este mundo a sentir. La clave está en siempre ser lo suficientemente maduros y sinceros con nosotros mismos como para saber que esa persona no llegó para ser nuestra pareja. También ser inteligentes para no caer en obsesión y arruinar una posible la amistad, si es que existe.
Al ser realista el corazón, entiende que amor de alguna manera u otra es amor. Puedes llegar a establecer una amistad muy especial por los lazos de confianza que se generan con estas personas. Y que aunque nunca te amará de la misma manera que tú quisiste algún día; vale la pena tener a esa persona en tu vida, desearle lo mejor y sentirte contento de verle feliz. Estarle eternamente agradecido que te hizo latir, despertar, brillar y sentirte vivo de nuevo.