PRAVIA 22 (marzo – abril 2016)
Por: Juan Manuel López
El peyote es una especie de la familia de los cactus que se encuentra principalmente en las zonas al norte de México y al suroeste de Estados Unidos. Es conocido por sus efectos alucinógenos ocasionados principalmente por la mescalina, que es la principal sustancia alcaloide contenida en el peyote. En el 4.000 A.C. los habitantes de la zona lo consumían como remedio medicinal por sus propiedades antisépticas.
Se clasifica como un alucinógeno con efectos similares al LSD y dura aproximadamente 12 horas su efecto. Aunque no crea una adicción física, se produce una tolerancia a la mescalina, lo que hace que el consumidor necesite más dosis para sentir los efectos creando así una adicción psicológica. Al consumirla se pueden llegar a ver colores brillantes, alterar la realidad o sentir la música profundamente. Los efectos son impredecibles, variando de persona a persona
Una persona puede sentirse en bienestar y en la siguiente ocasión puede experimentar síntomas similares a los de una enfermedad mental grave. Cambios de humor extremos, confusión, depresión y ansiedad. También suele causar náuseas, vómitos, pérdida de apetito y la dificultad para dormir. El corazón puede acelerarse y puede haber mareos, dolor de cabeza y diarrea. Puede sudar mucho y ser completamente incapaz de coordinar los movimientos del cuerpo, sufrir inestabilidad emocional y “flashasos” de escenas del pasado.
El consumo de las drogas abre mentes, momentos en que se transforma todo y de lo intangible brotan sueños, crea consciencias y pensamientos profundos de la vida y la existencia del hombre. Aunque no sé si sea fruto de la fantasía alucinógena irreal o sean cosas que permanecen en estado latente en nuestro interior que esperan algo que las catapulte a la consciencia y, que los ancestros supieron del poder de la mescalina para crear sus pensamientos reflejados de éxtasis.
El peyote y la Nueva España
Por: Luis González
Considerada planta sagrada, base de la religión y sabiduría de nuestros antepasados y de nuestras raíces. Hoy, casi 500 años después en una tierra mestiza de pensamiento occidental es considerada ilegal y una fuerte droga alucinógena.
Durante la conquista nuestra tierra sufrió la implantación de la cultura y religión occidental en los territorios de la Nueva España. México era un lugar de comunidades indígenas y tribus nativas con grandes conocimientos avanzados en astronomía, arquitectura y pensamiento universal. La ambición del oro fue el principal motivo para el hombre blanco con barba para invadir el territorio.
Tras 3 expediciones bajo la iniciativa del rey Carlos I de España, entre 1518 y 1525 los españoles vencieron y conquistaron al Imperio Mexica; fue en la última de estas expediciones con 16 caballos, 550 hombres y comandada por Hernán Cortés la que rompe los tratos pacíficos con los indígenas, y con la ventaja de armamento en batallas logra conquistar el Imperio y se crea una nueva raza mestiza que inicia el mismo Cortés con la Malinche, quien fue entregada a los españoles como recompensa ante una batalla perdida.
No solo se instalaron, arrebataron conocimiento, tradiciones, costumbres, religión y hasta el lenguaje oficial. Son pocas comunidades que sobreviven y conservan costumbres y pensamientos tradicionales. Incluso se les permite el consumo de peyote por leyes internacionales como parte de su espiritualidad tradicional como a los huicholes y tarahumaras en México y los navajos en el suroeste de Estados Unidos.
En 1522, el Papa Adriano VI, reiteró al rey Carlos I de España la autoridad para evangelizar la Nueva España, y para 1524 llegaron al puerto de Veracruz los primeros apóstoles. Uno de los monjes misioneros quien llega en 1529 y fue misionero por casi 20 años, fue de los primeros en escribir acerca del peyote, sus efectos y su relación con la religión nativa. Bernardino de Sahagún, quien llegó a dominar el náhuatl y convivió con los nativos para la construcción de su obra histórico–antropológica. En 1578 sus escritos son confiscados por orden real y vetados, ya que contradecían y obstaculizaban la evangelización. Tras San Bernandino han existido varios antropólogos artistas y escritores que han abordado en sus obras del misterio del peyote.
Entre los más controversiales tenemos en 1936 al actor y dramaturgo francés, Antonin Artaud, quien viaja a México y convive con los tarahumaras para encontrar la antigua cultura solar y experimentar con el peyote. Documenta su experiencia en su obra Les tarahumaras en 1945. Considera e insiste que la «raza principio» mexicana es superior al hombre blanco con pensamiento occidental.
Carlos Castaneda comparte sus relatos del peyote en una generación de pensamiento liberal y alto consumo de marihuana y LSD. Para 1968 Castaneda lanza su primer libro en el que, acompañado de Don Juan Matus recorre todo un proceso espiritual y personal tras las enseñanzas del peyote y chamanismo tradicional tolteca. Castaneda es un autor que invita a crear controversia con Las Enseñanzas de Don Juan. Su obra o investigación antropológica es considerada por muchos, más bien una obra de ficción.
Llegan después los 70’s, 80’s y 90’s con generaciones más conservadoras y escritos un poco más científicos sobre el peyote. Surgen leyes más estrictas que prohíben su consumo e ideas o información que crean sociedades que lo satanizan. Hoy en día con un mundo globalizado y lleno de información, hay muchas personas que conocen y lo utilizan en situaciones terapéuticas para el autoconocimiento y crecimiento espiritual. Aunque también desgraciadamente existen muchos jóvenes que no están informados y lo consumen como droga recreativa con alcohol, en lugares y momentos inadecuados, muchas veces sufriendo malviajes como consecuencia.
El peyote debe ser utilizado conscientemente y estar preparado tanto física como emocionalmente para hacerlo. Es una búsqueda de respuestas interiores, un viaje dentro de ti mismo siendo uno con la naturaleza. No es ahora lo que piensas o percibes como realidad lo que predomina, sino esa belleza y grandeza ante tus ojos. Colores brillantes jamás vistos, el movimiento de las plantas y respiración de los árboles, el viento y la intensa luz del sol traspasando tu cuerpo. Esa muestra ante ti de tu existencia, tu verdadero Yo sin ruido, ideologías o creencias.
Esto no es una invitación a experimentarlo, sino un poco de la historia, influencias y datos del porqué es mal visto o se tiene una mala concepción de lo que algún día fue la base de la religión de nuestros antepasados.