Dentro de la vertiente de la dismorfia corporal, la vigorexia afecta de forma física y psicológica a hombres mexicanos comprendidos entre las edades de 17 a 35 años.
El culto al cuerpo y los cánones de belleza actuales otorgan gran importancia a la imagen. La televisión, la moda y el cine están llenos de modelos estéticos muy poco reales, lo que puede ocasionar problemas psicológicos graves, como la vigorexia. Sobre todo en aquellos que por su edad no tienen formada su personalidad y la idea de sí mismos.
La vigorexia se desencadena porque el individuo se ve demasiado delgado y enclenque frente al espejo. Luego de esta contemplación, la persona decide ponerse en forma. El problema empieza cuando el ejercicio se trasforma en una obsesión por obtener una musculatura muy desarrollada y excesiva.

Además de la práctica exagerada de actividades deportivas, la vigorexia puede afectar también la vida social y personal de quien la padece.
Unos empiezan yendo dos horas al gym tres veces a la semana, luego aumentan el tiempo. Así dejan de salir con los amigos por practicar ejercicio.
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La persona que sufre vigorexia en un estado más avanzado, nunca está conforme con los resultados de todo el ejercicio que practica. Tiene un vacío existencial porque nunca estará lo suficientemente fuerte. Esto podría llevarlo, en algunos casos, a un estado depresivo agudo.
Predomina sobre todo en jóvenes asiduos a los gimnasios y se relaciona con factores socioculturales, déficits serotoninérgicos y personalidad de tipo obsesiva., estos factores pueden manifestar problemas que psicológicamente se consideran una adicción.
Querer una mejor imagen o buscar ser físicamente más atractivos, no implica que se padezca de vigorexia. No debe confundirse la vigorexia con la práctica habitual de algún deporte.
Los deportes ejecutados regularmente redundan en beneficios para la salud y no implican riesgo de sufrir vigorexia. Tampoco debe confundirse con el fisicoculturismo profesional. Solo hay que estar atentos a que la práctica deportiva y el desarrollo muscular no se vuelva una obsesión.
No existen criterios diagnósticos consensuados para el tratamiento de la vigorexia. Este es un trastorno que aún no está reconocido como enfermedad por la comunidad médica internacional. El tratamiento debe combinar psicofármacos y terapias cognitivo-conductuales, que ya han dado resultados.