Los beneficios al dejar de fumar se muestran casi de inmediato y van creciendo a lo largo que pasa el tiempo.
La nicotina es el principal componente activo de los cigarrillos, se instala rápidamente en el organismo humano y provoca que el cuerpo se acostumbre a determinados niveles, de allí que cuando se elimina el hábito del tabaco, muchas personas puedan experimentar gran ansiedad y malestar. Nos han dicho sobre los daños que causa el fumar, pero siempre hay una pregunta que queda volando: ¿Qué te sucede cuando decides dejar de fumar?

A los 20 minutos en que decides alejarte del tabaco, el pulso, la presión sanguínea y temperatura de tus manos y pies, vuelven a los estándares o rangos normales.
A las 8 horas después, lo que resta de nicotina que reside aún en el cuerpo, baja al 6.25 % comparándose con aquél que sigue fumando, claro.
Transcurridas las 12 horas, los niveles de Oxígeno en la sangre regresan a la normalidad.
Ya pasando el día completo, tus niveles de ansiedad están muy elevados, lo cual te va a tomar dos semanas para controlarlos.
Las terminaciones nerviosas que sufrieron daños, comienzan a regenerarse, así como se recupera el sentido del olfato y del gusto, justo dos días después; aunque también es cuando la rabia y la irritabilidad están en sus niveles más altos, por la falta de nicotina.
Han pasado 3 días, y al hacerte un examen, no se detecta rastro alguno de la nicotina. Aproximadamente se ha sintetizado y eliminado a través de la orina, el 90 % de la nicotina. Además de que tu funcionamiento pulmonar se ha restablecido a la normalidad.

Llegamos a la semana, donde se presentan por lo menos 3 cuadros de ansiedad al día por querer fumar, aunque no son muy extensos estos lapsos.
La circulación sanguínea de tus encías se normaliza a las 2 semanas, y las ganas de fumar se reducen.
La sintomatología psicológica, es decir, la ansiedad, la irritabilidad e insomnio desaparecen después las 3 semanas. La circulación mejora, la tos “de fumador” desaparece y resulta más fácil moverse.
En 8 semanas habrás ganado un poco de peso.
Entre el primer y noveno mes, tanto la fatiga como la congestión y la falta de aliento disminuyen considerablemente. Vuelven a crecer los cilios pulmonares, siendo capaces de manejar la mucosidad para así, mantener limpios los pulmones.
Llegamos al primer año sin fumar, las posibilidades de sufrir un paro cardíaco o problemas cerebrovasculares disminuyen hasta por la mitad comparado con un fumador.

Y así, las mejorías van notándose y van aumentando. Los riesgos de sufrir hemorragias subaracnoidea se reducen a un 59 % y en las mujeres, las posibilidades de sufrir diabetes, son las mismas de quienes no fumaron nunca. Poco a poco las probabilidades de tener un accidente cerebrovascular es la misma de quien no fuma. Después de los 15 años, son las mismas probabilidades de padecer problemas cardiacos que las de un no fumador.
Nunca es tarde, ya que los beneficios se empiezan a mostrar casi de inmediato y van creciendo a lo largo que pasa el tiempo.
Fuentes: