Cuando era niño, el verano significaba dormir hasta tarde, jugar Nintendo y esperar a que llegara el momento – normalmente era a principios del mes de Julio – para salir de vacaciones, ya sea a la playa o al bosque. Era algo seguro para mi familia y para mí; sin importar como nos fuera en el año, mi papá siempre tenía un dinero ahorrado, y procuraba pagar la reservación del hotel con suficiente tiempo, porque que mejor manera de disfrutar la vida que descansando de manera merecida luego un año lleno de responsabilidades.
Es en “ese verano” donde te enamoraste por primera vez, donde tú y tu familia pasaron momentos que no se han repetido después, donde tus amigos salieron al parque a jugar y después ya no lo volvieron a hacer o fue esa ida al campamento lo que te cambio la vida. Es esa edad cuando uno solo quiere pasarla bien. Los niños viven el verano en un día a la vez. No les preocupa lo que pueda venir al final del día. Pero luego viene ese último verano.
A todos nos llega “ese verano” en donde ya nada vuelve a ser igual. Y ya no vuelve a ser igual, porque algo cambia, algo despierta, nuevos pensamientos o metas al futuro se empiezan a plantear en nuestra vida.
Es parte inevitable de crecer.
Años después, el verano puede significar otras cosas
Cuando consigues trabajo o vuelves de estudiar en el extranjero para pasar unos días con tu familia, o bien le haces la gran propuesta a esa persona especial. Es en muchos de esos grandes momentos de la madurez en donde puede venir la nostalgia por el tiempo en que nada más importaba que la diversión, cuando todo pasaba simplemente, sin preocupación alguna.
Pues el verano tiene mucho de cambio. Sobre todo con esto del cambio climático. Cada año ira aumentando la temperatura del planeta de manera gradual, provocando que los veranos pasen de ser simplemente calurosos a insufribles. Será entonces cuando “ese verano” en la vida de los niños pueda tener un replanteamiento más valorizado. Una agradable sombra significara un oasis.
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Cuando pienso en esta época del año, me viene a la mente la ventana de un vehículo de un automóvil. Durante años he visto pasar muchos paisajes a través de una ventana. He viajado lo suficiente en mi vida para comprender la líneas entre lo que uno en verdad conoce y el descubrimiento de algo completamente nuevo para explorar. Y cada verano descubro algo nuevo aunque sea pasando la esquina de mi casa.