Fueron más de 300 años de cacería y quema de brujas

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Desde 1400 y hasta finales de 1700, en muchos lugares de Europa se desencadenó una brutal represión contra supuestas adoradores del diablo, las brujas.

Miles de «brujas«, en su mayoría mujeres, fueron condenadas y murieron quemadas en la hoguera. Personas a las que se atribuía causar daños mediante la invocación de fuerzas y seres sobrenaturales, que invocaban a Satanás y que practicaban magia negra.

Comienzos


La «caza de brujas», término que fue acuñado mucho después, comienza en el siglo XV. Específicamente entre los años 1420 y 1430. En ese momento se extiende la creencia de que ha aparecido un nuevo enemigo de la Cristiandad y nuevos herejes, la brujería.


Aunque la creencia en la brujería está documentada desde épocas muy remotas, en la historia de Europa fue hasta el siglo XV que el concepto se convirtió en una obsesión y se desencadenaron persecuciones organizadas por la Iglesia.


Antes de esto, los hombres (magos) y mujeres (brujas) que practicaban la magia, sanción y hechicería, gozaban en sus comunidades de cierto respeto y consideración, ya que se les asociaba también con la magia blanca y la capacidad de curación y adivinación.


Este concepto de satanizar la brujería se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de «demonología» (del demonio) y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el XVII. Todo aquello que se saliera de la cosmovisión cristiana era considerado herejía para los poderes eclesiásticos, como un posible acercamiento al diablo.

Tratados


El primer proceso por brujería documentado con acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda en 1324-1325. Pero es hasta un siglo después, para 1420 y 1430 que se consolida la «cazas de brujas» en casi toda Europa. En 1484 el papa Inocencio VIII, formula en la «Bula Summis desiderantes affectibus», una condena radical a todos aquellos que cometieran actos diabólicos y ofendieran así la fe cristiana.


Uno de los tratados que más repercusión alcanzó, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el «Malleus Maleficarum» o «Martillo de las brujas». Un tratado filosófico-escolástico desapasionado publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris) y Jacob Sprenger. El «Malleus maleficarum» era un compendio de toda clase de fantasías atribuidas a las brujas. Se les acusadaba de ser responsables de todos los males de la sociedad. 


El martillo de las brujas ha sido calificada “la obra más despiadada, la más perjudicial de la literatura universal”
No todos los acusados de superstición y brujería eran mujeres, pero se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y más proclive a convertirse en bruja. El concepto de brujería en también tenía un fuerte carácter misógino.


Entonces, se le llamaba bruja a quienes practicaban toda serie de actos prohibidos. Desde la la elaboración de brebajes, la adivinación y la magia. Incluso conductas sexuales y sociales rechazadas por las autoridades religiosas.


Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo del brujo o bruja. Lo que llevaba a una inspección despiadada del mismo que según confirmaba su identificación como bruja. Se les consideraba también capaces de volar (en palos, animales, demonios), y transformarse en animales.

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«Las brujas, por instrucción del diablo, fabrican un ungüento con el cuerpo de los niños… ungen con este ungüento una silla o trozo de madera. Tan pronto como lo hacen, se elevan por los aires, tanto de noche como de día, visible o invisiblemente, según su voluntad… A veces, el demonio transporta a las brujas sobre animales que no son animales verdaderos, sino demonios que han adoptado su forma; o incluso ellas se transportan sin ninguna ayuda exterior, simplemente por el poder del diablo (Kraemer y Sprenger, El martillo de las brujas).»


Según estas creencias, las brujas y brujos acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas «aquelarres» o «sabbats». Se representan escenas del sabbat en el que las brujas y los brujos aparecen adorando al diablo, metamorfoseado en macho cabrío, con el que copulan y celebran un banquete nocturno en el que se bebe, se baila y se comen niños. Este estereotipo aparece ya completamente elaborado hacia 1430.


El mito de los aquelarres cobró verdadera popularidad en la primera mitad del siglo xv. Los aquelarres, también llamados sabbat o sinagoga (en clara alusión al otro grupo de perseguidos por la Inquisición, es decir, los judíos) se caracterizaban por ser reuniones nocturnas de fieles diabólicos. Normalmente, aquellas asambleas se realizaban después de que aquellos personajes volaran por los cielos; en ellas era común la presencia del macho cabrío.

Cortesía.

Procedimiento para ser considerada bruja


Los curas y los predicadores de cada localidad, advertían el peligro de la brujería y alentaban a sus habitantes a que delataran y acusaran al vecino o a cualquier persona que creyeran que era bruja. Los denunciados, como mínimo por tres personas o como resultado de un rumor público (la mala fama permitía abrir un procedimiento), eran entregados al Tribunal de la Inquisición, integrado por un inquisidor papal y un representante del ordinario local (el obispo). 


Una vez iniciado el procedimiento, los acusados eran interrogados bajo tortura para que confesaran su crimen y para que delataran a sus cómplices. 


El proceso podía durar desde varios días a varios meses, durante los cuales el acusado permanecía en prisión.


1. Acusación. La acusación después de los rumores. Rara vez se permitía a las presuntas brujas una defensa.


2. Detención.  Se les mantenía presos en mazmorras o torres. Las llamadas torres de brujas. 


3. Interrogatorio. Normalmente doloroso utilizando instrumentos de tortura. En los casos de procesos por brujería, no había límites ya que se trataba de un «crimen exceptum» (crímenes excepcionales), lo que exigía una dureza especial.  


4. Pruebas realizadas a las brujas. Se realizaban todo tipo de pruebas absurdas para verificar si era o no bruja la persona. Las siguientes son las más conocidas:


*Marca del demonio: Estas tenían que ser examinadas físicamente (siempre por uno o varios hombres) en busca de la marca del demonio. Esto daba pie a toda clase de abusos y agresiones sexuales y, en casos extremos, a la muerte.
*Prueba del agua: (judicium aquae), también llamada baño de la bruja, de la que existían dos variantes. Con agua caliente, el acusado debía sacar un objeto del agua hirviendo; y con agua fría, descendíendo a la víctima atada a un pozo y si se hundía resultaba inocente.
*Prueba del fuego: agrupa a diversas pruebas en las que la bruja o brujo tenía que andar sobre o transportar hierro candente o meter la mano en el fuego.
*Prueba de la aguja: si se encontraba una marca del Demonio, (cualquier marca de nacimiento extraña) se pinchaba con un hierro. Si la zona sangraba se consideraba una buena señal.
*Prueba de las lágrimas, se creía que quien ejercía la brujería no podía llorar.
*Prueba del peso, porque se afirmaba que una bruja o brujo tenían que poder flotar (prueba del agua) y volar.


5. Confesión.  Los juicios tenían el único propósito de hacer confesar al acusado, ya fuera mediante la persuasión, la intimidación o la fuerza y la tortura.


6. Interrogatorio. para obtener cómplices. En un segundo interrogatorio se preguntaba a las acusadas por los nombres de otras brujas o brujos, a veces bajo nuevas torturas. 


7. Condena.


8. Ajusticiamiento. Al delito de brujería le correspondía muerte por fuego, es decir, la hoguera, en la que eran quemadas vivas. 

Cortesía.

Los alcances de la cacería


La cacería de brujas se dio con mayor intensidad en Alemania, Inglaterra, Francia, Escocia y los países bajos. Se extendió por Polonia, Dinamarca, Hungría, Austria, Suiza entre otros. En menor cantidad en Portugal, España e Italia. Incluso atravesó el océano llegando al Nuevo Mundo (América). 


Los territorios que sufrieron mayor intensidad de la «caza de brujas» fueron los sometidos a la autoridad del «Sacro Imperio Romano Germánico».  (En Alemania alrededor del 40 % del total de las muertes).


Dentro de este Imperio, la persecución se centró fundamentalmente en los Estados del sur y del oeste de Alemania, que incluían lugares como, Prestonpans, Tréveris, Wurzburgo,  Bamberga,  Eichstätt, Wurtemberg, Ellwangen, entre otros. 


Alemania se hizo tristemente famosa por sus crueles y dolorosos métodos a las que eran sometidas las acusadas. 


Otras de las regiones más afectadas por la caza de brujas en aquella época fueron los alrededores de los Alpes y de los Pirineos, junto con algunas poblaciones del «Ducado de Borgoña» que comprendía Francia, los países bajos y otros países.


La «caza de brujas» llega después junto con los colonizadores también hasta América. (A Estados Unidos y México) Casi tres siglos después de que Kraemer y Sprenger dieran a conocer el «Martillo de Brujas» en Europa, para finales de 1600 y hasta 1700, en el «Nuevo Mundo» los inquisidores de estas tierras seguían levantando procesos en contra de muchas mujeres acusadas de brujería. 


Los colonizadores evaluaban todas las prácticas religiosas, sociales y rituales del «Nuevo Mundo» desde la perspectiva europea. Esto llevó a demonizar o satanizar todo aquello que se escapaba de su entendimiento de la organización social, rituales y curaciones ancestrales que existían.  


Todo el conocimiento de aquel nuevo mundo que rebasaba su «razón» o que no lograban comprender los colonizadores, servía como pretexto como acusación de brujería.

Una de las cazas de brujas en América más conocida, fue la ocurrida en la zona de «Nueva Inglaterra» (Estados Unidos) «Los juicios de Salem» en Massachusetts. Entre 1692 y 1693, más de 150 personas fueron procesadas en las aldeas de Boston, Charlestown, Ipswich y Salem. Se apresaron a las personas acusadas de brujería sin prueba alguna. 


En la Nueva España (México) también fueron varios casos de mujeres acusadas. Se decía que surcaban los cielos con vuelos nocturnos. 


Saldo de caza de brujas


La persecución o caza de brujas se llevó a cabo principalmente entre 1450–1750. Teniendo su máximo entre 1550 y 1650. 
El fenómeno se convirtió en histeria colectiva contra todo lo relacionado a la magia, adivinación y brujería, convirtiéndolos en un delito o herejía y con consecuencias, denuncias, procesos públicos y ejecuciones en masa.


Fue hasta 1657, después de cerca de 300 años y que ya habían muerto miles de personas, que la Iglesia condenó las persecuciones, en la «Bula Proformandis».


El número total de víctimas de la caza de brujas no puede ser establecido de modo completamente fiable, debido a que una gran cantidad de actas de juicios se han perdido y muchos procesos nunca se registraron de forma oficial.


Los cálculos de la cantidad de personas quemadas por brujos o brujas varía según los distintos autores, algunos indican que hasta más de 500 mil personas fueron enviadas a la hoguera durante el periodo de caza. 


En un estudio publicado en 2019 por Michel Porret, de la Universidad de Ginebra, se afirma que sobre los 110.000 procesos de caza de brujas conocidos solamente entre 1580 y 1640, se sentenciaron a muerte entre 60.000 y 70.000 personas. De las cuales alrededor del 75% fueron mujeres. 

Películas sobre brujas

Akelarre. Cortesía.

En la actualidad existen libros o películas que basan sus tramas en este fenómeno histórico. Algunas de ellas son Akelarre (2020), la cual se sitúa en lo que ahora conocemos como España. También está la comedia Las brujas de Zugarramurdi (2014). Finalmente, a nuestra lista sumamos la Película The Witch (2015).

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