Tláloc: el dios de la lluvia que no se olvida

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Por: Valeria García

El Dios de la lluvia ha sido nombrado de tantas formas dependiendo de la cultura a la que nos refiramos. El agua siempre ha sido una bendición, pues trae consigo buenas cosechas. De ahí que los hombres oraran en su honor.

Todas las deidades tienen sus orígenes en historias sumamente interesantes. Al adentrarnos en ellas conocemos un poco más de nuestros antepasados, de nuestras raíces.

Cuando la profecía del águila parada sobre un nopal devorando a una serpiente se cumplió, y los nómadas de entonces pudieron establecerse en Tenochtitlan, un sacerdote llamado Axolohua se sumergió en la laguna, y tras su visita a Tláloc, reveló que este y su hijo Huitzilopochtli gobernarían sobre la capital.

La intención del Dios de la lluvia era que los hombres pudieran vivir como verdaderos hermanos en ese lugar elegido por los Dioses.

Tlalocán
Tlalocán. Cortesía.

Tlalocán era el lugar donde habitaba el dios Tláloc. Este lugar era un mundo subacuático, donde viajaban todos los espíritus de las personas que morían debido a causas relacionadas con el agua como inundaciones o incluso personas que fueron alcanzadas por un rayo. En este mundo había árboles frutales, maíz, comida a montón, pues nunca había sequías.

La popularidad de este dios se debía a que tras vivir en una sociedad que se mantenía de la agricultura, el agua era fundamental para la cosecha, por ello, en el templo mayor había dos capillas: la primera en honor a Tláloc y la segunda a Huitzilopochtli.

Templo dedicado al dios de la lluvia: Tláloc. Cortesía.

Por cruel que llegue a parecernos esto, como muchos otros Dioses, Tláloc se honró a través de sacrificios animales y humanos principalmente de niños, pues el llanto significaba un buen augurio en la temporada de lluvias.

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Este dios siempre se representó con una máscara. En algunas ocasiones, las máscaras son de jaguar o serpientes. Algunas de ellas guardan cierta similitud con el dios Quetzalcóatl, porque llevan el cuerpo decorado con pinturas negras, verdes o amarillas, joyería de jade, portando un báculo.

En el templo mayor se encontraron varias representaciones de esta deidad que debido a su relación con el agua lo vemos en forma de caracoles, conchas, peces y jarras con su imagen.

Definitivamente, Tláloc es uno de los dioses mesoamericanos más reconocidos de nuestra historia.

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