¿Qué es el Amazonia? Una expedición de Roncagliolo

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¿Qué es el Amazonias? Me pregunto mientras recuerdo una novela de Santiago Roncagliolo.

Ninguno de los personajes de “El príncipe de los caimanes” se pregunta qué es aquello que le rodea, al mismo tiempo dirige sus acciones y, como afirman algunas reseñas de forma metafórica, les engulle. Quizá sea eso lo que me hace falta: sumergirme en la Amazonia.

La palabra selva remite a más de un paisaje posible. El Amazonas dista mucho de aquel paraíso de primates al que nos ha acostumbrado Jane Goodall. La selva suramericana es muy diferente a la de África, tan popular en los relatos europeos que resaltan el exotismo. Tampoco recuerda a los escenarios verdes y alucinantes de la mitología hindú. Ahí no hay jirafas, ni elefantes, el gigante es el río y su cada vez menos verde selva.

La Fundación para la Vida Silvestre Mundial (WWF, por sus siglas en inglés), habla de un Bioma Amazónico y una Cuenca Amazónica, que no son exactamente lo mismo. La cuenca se puede seguir desde un mapa hidrológico, ya que se refiere a los ríos que se conectan con eso que Neruda llamó la “capital de las sílabas del agua”. Si hablamos de la Cuenca del Amazonas el trazo se hace en azul, pero los colores cambian cuando nos referimos al bioma.

Volvamos con la novela de viajes del escritor peruano mientras la cuenca sigue fresca en la memoria. Roncagliolo elige a dos personajes que se internan en el Amazonas y se dejan llevar por él. Miguel parte de Iquitos, su ciudad natal en Perú, en la época actual (se escribió en 2002). Sebastian, el bisabuelo español de Miguel, viaja en busca de la aventura americana. Ninguno de los dos sabe gran cosa del río que definirá sus vidas pero, ¿acaso se puede saber algo del Amazonia antes de recorrerlo?

El río más caudaloso forma una cuenca enmarcada de verde, al menos en una representación clásica. Este agosto se ha vuelto viral la imagen de las llamas consumiendo la selva. Ahora además del azul y el verde, e incluso sobre ellos, se imponen el gris del humo y el naranja de las llamas (mucho más intenso que el del maracuyá originario de la misma región). La Amazonia arde y no a ritmo de samba. Por ahora parece convertirse en la nueva causa ambientalista pero el problema ha estado ahí desde hace años.

Ahora hablemos del bioma, que es mucho más grande incluso que la selva. Un ecosistema no sobrevive aislado. El Bioma Amazónico, abarca un terreno del doble del tamaño de la India, según la WWF. En este enorme espacio existe bosques tropicales húmedos, sabanas, bosques de llanura inundable, praderas, pantanos, bambúes y bosques de palmeras. Aunque Brasil tiene la mayor parte, también ocupa territorio en otros 7 países: Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. 

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La Amazonia corre peligro por distintas razones. La ganadería es la que más se ha señalado, no es gratuito que Brasil sea el exportador número uno en el mundo de la carne de res: 1.64 millones de toneladas en 2018, según la Asociación de Industrias de Exportación de Carne brasileña. Junto a las reses está la soja. En los últimos años el mundo ha enloquecido por la soja brasileña; en 2018 exportó 83.6 toneladas de soja destinada, principalmente, a ser el alimento de distintos tipos de ganado, según el Ministerio de Economía de Brasil.

Para criar vacas y sembrar soja se requiere mucho terreno y en medio está la selva. Para resolver ese problema muchos empresarios provocan incendios clandestinos para después aprovechar el terreno que se ha despejado. Esta es una situación ampliamente documentada en Brasil, pero como decíamos antes, el bioma Amazónico es mucho más que el país de la cachaza (prima del aguardiente).

Este texto comenzaba hablando de una novela de aventuras en el río más caudaloso del mundo y así terminará. Alguna vez escuché a Roncagliolo confesar que no había visitado personalmente el Amazonas pero leyó mucho sobre él y aún no sé si creerle. En uno de los momentos cumbre de la historia los expedicionarios europeos ya han sometido a los nativos. Los volvieron alcohólicos y les han mostrado las maravillas de vivir endeudados para seguir bebiendo. Uno de sus antiguos líderes tiene un momento de nostalgia por el pasado de su pueblo.

El pequeño y debilitado líder indígena toma un cuchillo y ataca a uno de sus explotadores. No tiene éxito, por el contrario, es él quien resulta herido. ¿Quién si no alguien que vivió el Amazonas podría entender que esa voracidad por los recursos naturales acabaría mal? Desde mi asiento acojinado en Guadalajara me conmueve la tragedia amazónica pero no pasa de ser algo que imagino por mis lecturas. Finalmente, para proteger algo es necesario quererlo y para llegar a ese punto es indispensable haberlo conocido, sumergirse o al menos vivir una expedición que te permita inhalarlo.

Te recordamos que puedes donar y ayudar al amazonia desde la siguiente página

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