Las placas de Chladni hacen que el sonido sea visible.
Ernst Chladni, la ley que lleva su nombre, una relación sencilla entre los modos propios de vibración de una placa. Para ello, se valió de placas sujetas por el centro sobre las que espolvoreaba arena fina.
Al hacer vibrar las placas con un arco de violín, los patrones de las líneas nodales se hacen visibles, pues sobre esas líneas se acumula la arena rebotada de las otras zonas vibrantes.
De esta forma, cada frecuencia natural de vibración de la placa corresponde con un patrón determinado. Chladni trasladó cuidadosamente al papel cada uno de los patrones que iba encontrando, lo que permitió popularizarlos, mientras se dedicaba a realizar demostraciones ante el fascinado público europeo.
Cuando Chladni repitió este experimento en la Academia de Ciencias de París, en 1808, se oyó una exclamación de asombro: “¡el sonido puede verse!”. Era la voz de Napoleón Bonaparte.
La ley de Chladni, además de ser una aproximación, sólo recoge la observación del fenómeno, clasificando las figuras obtenidas, pero no las explica.
Napoleón había quedado tan profundamente impresionado por las figuras que mostraban las placas, que ofreció una fuerte recompensa por una explicación.
La placa se puede hacer vibrar por excitación directa, frotándola con un arco o agitándola con algún tipo de sistema mecánico o electromecánico. Pero también podemos conseguir que vibre por resonancia, mediante un emisor de sonidos con suficiente intensidad. Esto suele hacerse colocando un altavoz justo encima o debajo de la placa.
Y si eso pasa con las partículas de arena o de sal, qué no pasará en nosotros al oír música o al someternos a una vibración tan poderosa y constante como la del corazón de nuestra madre cuando nos formamos en su vientre.
Fuentes:
http://www.cienciaeingenieria.com/2012/06/re-el-sonido-puede-verse-figuras-de.html
https://enelcampodelavanda.wordpress.com/2017/03/21/las-figuras-de-chladni-el-sonido-puede-verse/
