¿Cuándo fue la última vez que te divertiste como niño?
Hace apenas unos días llegó a su fin el maratón “Guadalupe Reyes”, que si bien es un pequeño chiste sobre la gran cantidad de comida que hay en esos días, también engloba dos ocasiones bastante especiales en México.
La primera de ellas es Navidad, una celebración más internacional, y con la llegada de Año Nuevo, también llega una fecha más nuestra; Día de Reyes, donde los niños también se entusiasman por recibir regalos y otros están preocupados por evitar que les salga el muñequito en la rosca.
¿Por qué mencionar esto? Porque en ambas fechas, las niñas y niños reciben regalos que disfrutan e incluso se imaginan como si estuvieran viviéndolo en el momento.
Ahora, recuerda esas fechas, ¿cómo te sentías? Y ¿cómo te sientes ahora? ¿Sigues teniendo esa misma alegría de descubrir nuevas cosas o actúas como autómata?
Y no es como que te pida que renuncies a tu trabajo y vayas y te conviertas en el astronauta que soñabas ser cuando eras niño, pero, si de niño te gustaba dibujar, ¿por qué no de nuevo compras una libreta, un lápiz y te dedicas cinco minutos al día a bocetar?

Y esto, como los propósitos, que no sea nada más por un día y al siguiente lo abandones, porque este tipo de ideas tiene implícita también una cuestión de constancia, de conseguir algún reto, que esa sensación es también parte de la victoria, de ser capaz de decir “lo logré, y me siento bien con ello”.
Si hay algo que te gusta, pero no te sientes bueno en ello o crees que no eres capaz, toma esas ideas y rétalas, demuéstrales que esas ideas no son ciertas y ¿por qué no? Quizá esa actividad puedas monetizarla y obtener algo de dinero haciendo lo que en verdad te gusta.
Sólo es cuestión de hacerlo, más que de decidirlo.