El Estío comprendía los meses de grandes calores, Julio y Agosto. Pero los sabios de la época se dieron cuenta de que esa estructura estaba mal planificada.
El estío era una de las cinco estaciones que existían alrededor del siglo XVll, antes de que se omitiera (por cuestiones de acomodo y distribución), y pasaron a ser cuatro; teníamos primavera, verano, estío, otoño e invierno. Hoy podemos encontrar a la palabra estío como sinónimo de verano; se ha vuelto su gemelo malvado, que se queda guardado, sin llegar a sonar en boca de nadie, salvo algunos poetas e intelectuales nostálgicos, que disfrutan usando palabras en desuso.
«La primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el viento»
Miguel de Cervantes «Don Quijote de la Mancha»
Algunos países europeos celebran el 21 de junio, que marca el comienzo del verano en el hemisferio norte, con fiestas que recuerdan a rituales paganos. Cada uno de ellos, celebran el día más largo del año elaborando grandes fogatas (entre otras cosas), con las cuales se busca alimentar al sol; que durante los próximos meses irá perdiendo fuerza, hasta llegar al solsticio de invierno (22 de diciembre), cuando se celebra la noche más larga del año.

En México no tenemos particularmente un ritual que dé la bienvenida a la estación más cálida del año, coincide sin embargo, con un periodo vacacional, que desde la edad escolar, está marcado por una temporada de cierre de ciclos, nuevos comienzos y muchas posibilidades.
¿Y qué era el estío entonces?
Se trataba de la época más caliente del año, lo que hoy identificamos como “la canícula”. La palabra verano, viene del latín ver, y correspondía originalmente al periodo de calor suave, lo que vendría siendo nuestra actual primavera, (claro que las estaciones se delimitaron antes de que todo se pusiera loco con el calentamiento global). La primavera, que viene de prima y ver, era el primer periodo de calor, previo al verano. Otoño viene de autumnus, aumento o crecimiento, es decir, la llegada de la plenitud del año; e invierno viene de hibernum, del que también surge la palabra ‘hibernar’.
Más allá del origen etimológico y cultural de las palabras que utilizamos para nombrar las estaciones del año, valdría la pena reflexionar qué tan conscientes somos del momento que vivimos actualmente y que aunque en México no celebremos el verano con rituales como en otras partes del mundo, sí que los días invitan a dedicarle un poco más de tiempo al disfrute personal; a compartir con los amigos, viajar y probar cosas nuevas.
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El clima se presta para las actividades al aire libre, cultivarnos, hacer ejercicio, visitar a un amigo que no vemos desde Navidad o cualquier cosa en nuestra lista personal de pendientes, porque el verano y el estío duran poco y a veces desaparecen sin que nos demos cuenta, como las palabras que no utilizamos y a fuerza de ignorarlas dejan de existir.

La primavera y el otoño podrían pasar a mejor vida
Recientemente la Agencia Espacial Europea ha alertado de que el calentamiento global, reflejado en el deshielo de los polos, incrementa las temperaturas extremas, haciendo que las estaciones intermedias, primavera y otoño estén perdiendo su peso específico. Lo cual podría provocar que dentro de unos siglos (si la humanidad sigue existiendo) se pueda pasar de cuatro a dos estaciones, dejando dos en desuso, como le ocurrió al estío. No somos infinitos como nos gusta pensar (y el planeta tierra tampoco), así que mejor aprovecha el verano, -o estío- como prefieras llamarle, y el resto de las estaciones que aún existen, antes de que el exceso de plástico, los corales blancos, las abejas muertas y todo el daño que estamos generando a nuestro planeta nos cobre factura y acabe con nosotros.