Por Mayra Cruces
Jacinto Canek llamado también José Cecilio de los Santos por algunos historiadores, fue un líder indígena, nació en el barrio de San Román en la ciudad de San Francisco de Campeche. Fue educado por franciscanos en el convento mayor de Mérida, pero fue expulsado debido a su comportamiento rebelde. Lideró una rebelión del 19 de noviembre de 1761 al 14 de diciembre 1761 fecha en la que fue ejecutado.
Su nombre Canek o Kann Ek significa serpiente negra en lengua maya tomó este nombre por los halach uinik (era el nombre máximo que se le daba a los gobernantes) quienes fueron los últimos en resistirse a la conquista española.

Lideró la rebelión de Cisteil, después de las festividades de la iglesia católica incitó a los indígenas a rebelarse en contra de los españoles, debido a las injusticias que vivían ya que decía el futuro que les prometían no era más que el de la servidumbre. Se coronó como rey de los mayas usando la indumentaria de la virgen de Guadalupe y se autoproclamó como el elegido por Dios para liberarlos.
Después de tomar el pueblo de Cisteil los líderes de los pueblos vecinos se sumaron a la rebelión y ofrecieron su lealtad y respeto a este autoproclamado profeta y salvador. Algunos le llegaron a atribuir poderes sobrenaturales ya que los convenció de que contaba con la habilidad de resucitar a los muertos y que su victoria estaba profetizada en el Chilam Balam y que contaba con la ayuda de tropas inglesas, por lo que los indígenas se lanzaron a la batalla con fe ciega en su líder, pero no tuvieron el resultado esperado, en dicha batalla murieron 600 indígenas mayas y solo 40 españoles.

Canek logró escapar después de que el gobernador del ahora estado de Yucatán José Crespo y Honorato enviara tropas de españoles a repeler la rebelión, pero fue capturado y sometido a juicio en Mérida, se le imputaron los cargos de rebelión y sacrilegio fue encontrado culpable y se le condenó a un suplicio antes de morir fue desmembrado, quemado vivo y sus cenizas fueron lanzadas al viento. Los ocho indígenas que fueron capturados junto con él fueron condenados a sufrir 200 azotes y les cortaron la oreja derecha.